Cuando hablamos de autocompasión, sin quererlo estamos hablando de aceptación. Una forma sencilla de entender la autocompasión es verla como la búsqueda de felicidad y bienestar, aceptando nuestras limitaciones y que éstas no supongan un obstáculo para poder lograrlo. Así como tratarse con amabilidad a uno mismo, siendo consciente de las carencias o aspectos negativos que se poseen.
Una de las investigadoras más destacadas acerca del tema es de Kristin Neff, que divide la autocompasión en tres principales componentes que interactúan entre sí. Estos son: la auto-amabilidad, el sentimiento de pertenencia y la atención plena o mindfulness. Los vemos a continuación:
1. Auto-amabilidad vs. Autocrítica
Podríamos decir que tratarse con amabilidad implica poder verse a uno mismo de forma positiva y comprensiva, en vez de juzgarse o criticarse.
Las personas que practican la autocompasión asumen que son imperfectos, que fracasan y que pueden atravesar dificultades a lo largo de la vida. Esto hace que, ante situaciones adversas, puedan tener una actitud amable consigo mismas en lugar de autocriticarse.
El sufrimiento, la frustración y el estrés disminuyen cuando aceptamos que no podemos controlar y obtener lo que deseamos en todas las situaciones. Por lo cual, cuando nos enfrentamos a una situación complicada o difícil, emplear un lenguaje autocompasivo nos proporcionará bienestar y apoyo emocional.
2. Humanidad compartida vs. Aislamiento
Este concepto radica en la asunción de que la imperfección es inherente al ser humano y que, cuando éste falla, no es distinto a los demás.
Neff refiere que la frustración que surge cuando no obtenemos lo que deseamos va acompañada de una sensación de sentirse diferente o extraño, casi como si solo fuera uno mismo el que comete errores y los demás no. De este modo, el sufrimiento cesaría en la medida que aceptemos que somos imperfectos, vulnerables y mortales.
La humanidad compartida nos estaría diciendo que todas las personas en ocasiones fallan, comenten errores o se sienten incapaces y no por ello, deben sentirse extraños o peores.
En este sentido, también nos ayuda a ser más flexibles con los demás y no juzgarlos por dichos errores o fallos. Nos permite estar conectados a través de la experiencia del sufrimiento.
3. Atención plena vs. Identificación con pensamientos o emociones
El último componente de la autocompasión es la atención plena o lo que conocemos también como mindfulness. Desde esta postura nos permitimos experimentar el presente sin dejarnos llevar por las impresiones de las propias emociones o pensamientos.
En mindfulness debemos estar en un estado mental receptivo, donde nos situemos como observadores de nuestros pensamientos y emociones sin tratar de intervenir en ellos, es decir, simplemente observándolos.
Estas son algunas características de la atención plena:
- Observar los propios pensamientos y emociones con plena consciencia.
- No sobre-identificarse con ellos para que no nos “atrapen o arrastren”.
- Ser conscientes de todos nuestros aspectos, sin ignorar los que no nos gustan de nosotros mismos o de los demás.
- Reconocer cuando no nos sentimos bien y poder identificar la causa.
- Tomar cierta perspectiva para poder evaluar el malestar sin dejar que nos inunde.
Diferencia entre autocompasión y victimismo
En ocasiones, la autocompasión y el victimismo se confunden y es que si no queda claro el concepto de la autocompasión es muy probable que pueda suceder esto.
Las características principales del victimismo que nos harán salir de dudas son las que están marcadas con una actitud egocéntrica, lo vemos a continuación:
- Exageración de los propios problemas ignorando la interconexión con los demás: se describen como las únicas personas que están sufriendo y no conectan con el sufrimiento que pueden experimentar los demás.
- Atrapados por su estado emocional: no son capaces de tomar perspectiva para poder ver el problema desde un punto de vista más objetivo y equilibrado.
Así pues, desde la autocompasión los problemas se experimentarían como una parte que se encuentra en todos los seres humanos, en lugar de focalizarse en el propio malestar viviéndolo como algo excepcional que solo le sucede a uno mismo.
¿En qué nos beneficia la autocompasión?
Adoptar una actitud autocompasiva está directamente relacionada con nuestra autoestima y estas serían las ventajas que nos proporcionaría:
- Experimentar nuestras vivencias desde un punto de vista más objetivo, reconociendo nuestros propios déficits.
- Vernos como parte de una realidad que está interconectada, sintiéndonos más valiosos y aceptados.
- Adoptar una postura de humanidad compartida sintiendo autocompasión por los demás, en vez de alejarnos de ellos.
- Facilita la conexión social y las relaciones con los demás.
- Reconocer que las personas tenemos fortalezas y debilidades, que somos imperfectos.
- Dado el momento que sintamos que nuestra actitud está siendo desaprobada por la sociedad podamos ser autocompasivos con nosotros mismos.
- El carácter no evaluativo evita las tendencias narcisistas, egocéntricas y comparaciones sociales.
- Fomenta el sentido de amabilidad, cuidado y preocupación hacia uno mismo y hacia los demás.
- Favorece la salud física y mental, ya que elimina la autocrítica disfuncional y promueve la autoaceptación.
Diana Synelnyk
Psicóloga General Sanitaria