Si algo es innegable cuando hablamos de desarrollo evolutivo y formación de la personalidad, es el papel importantísimo que juega nuestro grupo primario o familia. Ya vimos en su día la relevancia de la influencia educacional en la forma de ser del niño y, hoy, nos disponemos a ahondar en un tema relacionado, si bien más centrado en los tipos de familia y su impacto en el posterior desarrollo de la persona.
Antes de entrar de lleno en la materia, creo pertinente partir de una serie de consideraciones previas acerca del desarrollo humano.
Cuando nacemos, el ser humano está lejos de ser considerado una tabula rasa ya que parte de una dotación genética traspasada por sus progenitores. Dicha aportación, tiene un porcentaje importante en la configuración de la personalidad de ese individuo, pero cabe destacar que el mayor porcentaje en cuanto a desarrollo es el ambiente y, por tanto, la familia.
Es en este núcleo en donde poco a poco iremos aprendiendo todo lo necesario para vivir en la etapa adulta. Nos dará el apoyo, recursos y herramientas para, finalmente, conseguir una vida independiente y autónoma que es para lo que estamos predestinados.
Hasta aquí estaríamos ante un sistema familiar que es el que debería de ser. Pero la familia en algunos casos en vez de tener un papel fomentador para el desarrollo del individuo tiene una función más destructora y desdaptativa, la cual imposibilita un desarrollo normal.
Tipos de familia e influencia en el desarrollo:
1. Familia tolerante, afectuosa y comunicativa
Los padres van expresando a sus hijos que es lo que esperan de ellos en base a la etapa evolutiva en la que se encuentran. La comunicación es siempre bidireccional y se acompaña de afecto junto con lógica y explicaciones. Se va fomentando un apego seguro a través del cuidado, la protección, así como cubriendo todas las necesidades básicas. Es el tipo de familia que va poco a poco quitando capas de protección y potenciando una persona independiente y autonomizadora.
2. Familia sobreprotectora
Los progenitores no dejan que sus hijos desarrollen sus capacidades para conseguir alcanzar esa independencia y autonomía tan importante. Son familias que “hacen por ellos” y las peticiones que realizan están por debajo del nivel evolutivo en donde se encuentra el niño. Al final, se genera una persona con un desarrollo precario bajo la excusa de que no haga para no correr ningún peligro.
3. Familia dictatorial o autoritaria
Son familias tendentes a sobreexigir a los hijos ya que les piden cualidades, así como responsabilidades, por encima de sus capacidades en relación al estado de madurez en el que se encuentran. La comunicación en estos casos es directiva (“tienes o deber ser o hacer”) sin afecto ni expresión emocional y se toma el criterio del progenitor como única verdad. Finalmente, no se les deja experimentar ni tomar decisiones libremente bajo la excusa de que no son los suficientemente maduros.
4. Familia sin límites o “casi todo vale”
Aquí las figuras parentales no ponen ningún límite ni cumplen una función orientativa ni de guía para el comportamiento de sus hijos. Esto hace que los infantes no sepan bien qué se espera de ellos. La comunicación suele constar de expresión emocional y afectuosa pero no se explican las cosas de manera lógica o razonable. Al tener excesiva libertad en sus acciones, la persona se suele sentir perdida y desorientada, así como carece de la información necesaria para saber que es bueno o no para ella. Por lo tanto, la clave de esta familia es dejarles libertad para unas cosas y no para otras, siendo totalmente aleatoria y sin sentido dicha libertad.
5. Familia descuidada
En este tipo de familia existe un cuidado y una protección muy vaga, ausente e incluso con posibilidad de abandono, en donde los padres no se responsabilizan de sus hijos. No se les guía ni orienta en su desarrollo, habiendo una comunicación muy escasa sin expresión emocional, así como sin explicaciones de casi nada. Al final lo que ocurre es que el infante crece con una libertad absoluta, sintiendo que nadie se preocupa por él, sin valores y estando totalmente a la deriva.
Conclusión
Para ir finalizando, decir que de los tipos de familia que se han ido exponiendo, es el primero el que obviamente es el idóneo. También añadir, que en muchas ocasiones puede existir una mezcla entre unos tipos y otros dependiendo de la fase evolutiva en la que se encuentra el niño.
Por último, recalcar que es muy importante saber el tipo de familia que hemos tenido cada uno, ya que desde ahí es de donde podemos saber más sobre nosotros, mejorar y no repetir un patrón parecido en futuras generaciones. Es por ello que, en el centro de psicología PsyBilbo, trabajamos el sistema familiar de forma minuciosa en nuestra terapia. Si quieres conocerte, trabajar y saber más, aquí estamos para ayudarte.
Javier Arza Magra
Psicólogo experto en Terapia Cognitivo-Conductual