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Perfeccionismo: causas y tratamiento

Cómo tratar el perfeccionismo

El perfeccionismo es la tendencia a establecer unos estándares muy elevados, los cuales pueden llegar a ser irracionales. Además, se realiza una autoevaluación estricta y rígida, y el autoconcepto depende de los logros y/o fracasos obtenidos.

Pero antes de embarcarnos a hablar sobre las preocupaciones perfeccionistas (destructivas), debemos esclarecer la diferencia entre éste y los esfuerzos perfeccionistas (constructivos).

Las preocupaciones perfeccionistas son el aspecto más negativo o insano del perfeccionismo y serían: las preocupaciones por cometer errores, las excesivas demandas parentales, la autocrítica exagerada y la discrepancia percibida entre los estándares autoimpuestos y los logros. Se las considera desadaptativas por su impacto negativo en la salud física y mental de las personas.

En cambio, los esfuerzos perfeccionistas representan un aspecto saludable o positivo y que se explica como el afán por alcanzar las metas y la búsqueda de la excelencia. Como efecto negativo, la consecuencia es que son personas más reactivas ante el estrés.

¿Qué es el perfil cognitivo?

Todas las personas tenemos un determinado perfil cognitivo, el cual, describe nuestro estilo de procesamiento de la información con el que se captan los estímulos provenientes del entorno y se interpretan. Esto da lugar a unas determinadas respuestas comportamentales y emocionales. Los componentes principales del perfil cognitivo son: los esquemas, las creencias, las distorsiones cognitivas y el afrontamiento.

  • Los esquemas: son las estructuras que organizan y dan significado a nuestra experiencia para interpretar el mundo, a los otros y a uno mismo. Dirigen a la persona en el mundo como resultado del procesamiento de la información que se realiza. Algunos de estos esquemas se desarrollan muy temprano en la vida y pueden ser desadaptativos. Son pensamientos, conductas y emociones que aparecen en el intercambio con el mundo. Tienden a perpetuarse utilizando mecanismos como la distorsión cognitiva y los estilos de afrontamiento.
  • Las distorsiones cognitivas: gracias a ellas se mantiene la coherencia interna por medio de un procesamiento sesgado de la información. Así, el individuo atiende selectivamente a los errores que comete y deja pasar las experiencias de éxito en orden a mantener la idea de “soy un fracasado”. Estos sesgos cognitivos no modifican la realidad del mundo externo, sino que funcionan como unas gafas que tiñen la visión e interpretación del mundo de la persona.
  • Las creencias: son aquellas ideas que la persona tiene acerca de sí misma, el mundo y los demás. Funcionan como verdades absolutas y se organizan como reglas o normas de comportamiento. Suelen enunciarse en términos de “si… entonces…”.
  • Los pensamientos automáticos: ideas o imágenes que aparecen en la consciencia de la persona cuando se expone a ciertos estímulos, y que desencadenan una respuesta emocional y/o conductual. Su aparición es inesperada y, generalmente, son difíciles de controlar.
  • El estilo de afrontamiento: son las estrategias que se utilizan para sobrellevar las situaciones de estrés, ya sean eventos estresantes o situaciones del día a día. En primer lugar, se evalúa el riesgo implicado de la situación afrontar; y, en segundo lugar, se analiza con qué recursos se cuenta y qué estrategia es la más apropiada.

¿Cómo surge el perfeccionismo?

Explicado desde…

Esquemas

Se podría decir que el desarrollo del perfeccionismo es el resultado de los rasgos de personalidad, los estilos de crianza, el ambiente familiar y el perfeccionismo. Es a partir de nuestras primeras experiencias en el núcleo familiar, junto con los factores temperamentales y de personalidad, los que comienzan a constituir los esquemas desadaptativos tempranos.

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Los esquemas que se originan en el perfeccionismo insano, se configuran a partir de la insatisfacción de necesidades asociadas al establecimiento de vínculos nutricios, protectores de aceptación y apego seguro. Algunos esquemas característicos son:

  • Imperfección: la creencia de que uno es deficiente, fracasado y carece de valor.
  • Desconfianza/maltrato: la percepción de que los demás son injustos o exigen demasiado de uno, y que no son de fiar.
  • Abandono: la sensación de que no se puede contar con los demás.

Por tanto, se sugiere que los perfeccionistas se vinculan a partir de una base de apego inseguro, sintiendo una gran necesidad de aprobación y aceptación de los demás. Esa aprobación la pueden buscar desde una estrategia de vinculación que apunta a aparentar perfección ocultando los fallos y las deficiencias percibidas.

Asimismo, los esquemas desadaptativos tempranos, también se gestan desde un ambiente sobreprotector, en el que la independencia fue coartada. Como resultado: aparece el temor al fracaso, la tendencia a sobreestimar y anticipar los errores, y la necesidad de reaseguro de parte de los demás.

Otra causa de su origen son los ambientes en los que prima la aceptación condicional, es decir, una práctica de crianza en la que los padres brindan afecto a su hijo/a cuando cumplimenta ciertos requisitos (p.ej. sacar un diez en un examen) y retiran el afecto cuando el niño/a no los cumple. Con lo que se tiende a satisfacer las necesidades de los otros sobre las propias, ya sea mediante el autosacrificio (p.ej. satisfacer voluntariamente las necesidades de los demás a expensas de las propias) o por subyugación (p.ej. sintiéndose forzado a satisfacer a los otros).

De igual forma, cuando se crece en una familia estricta, represiva y controladora se disminuyen las posibilidades de satisfacer la necesidad de espontaneidad y juegos y se desarrollan respuestas de inhibición emocional (p.ej. no exteriorizar emociones para no molestar a los demás) y estándares inflexibles (p.ej. esforzarse continuamente por lograr las metas autoimpuestas).

También son de relevancia en el origen del perfeccionismo los límites insuficientes, como el de autocontrol insuficiente (p.ej. evitación, escaso control emocional o tolerancia a la frustración). Los perfeccionistas perciben que los demás no solo les exigen en demasía sino también que son quienes tienen el control, sintiéndose incapaces de lograr las metas, aumenta su desesperanza y perpetua el bucle perfeccionista.

Creencias

Para algunos autores el perfeccionismo es un tipo de creencia irracional en sí mismo. Desde esa perspectiva el deseo de la perfección y la idea de que uno será mejor, y recibirá aceptación de los demás en virtud del logro de esa manera la perfección, es uno de sus componentes cognitivos fundamentales.

De este modelo, el perfeccionismo incluye también la creencia a la necesidad de que los demás sean perfectos. Las creencias relacionadas con la autoimposición de expectativas elevadas se formulan en términos de: “debo ser perfecto”, “debo ser el mejor”, “debo ganar siempre”, “nunca debo equivocarme”, entre otras. No es la autoimposición de metas elevadas en sí misma lo que causa malestar a estas personas, sino la rigidez de sus propios “debería”.

Es frecuente que se tengan creencias referidas a su culpabilidad y reactividad ante el fracaso. Siendo una manera de catastrofizar los errores de tal modo que se vuelven muy reactivos a las experiencias negativas. El deseo absoluto de hacer las cosas perfectas no encaja bien con la reactividad del fracaso, ya que es esperable que alguna vez se pueda cometer un error.

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Estos yerros son interpretados como el fracaso de la meta inalcanzable de hacer todo a la perfección, por lo que se ve expuesto frecuentemente experiencias de malestar. Las creencias culpabilizantes contienen la idea de que los fallos ocurren siempre por responsabilidad propia con lo que se desata la respuesta rumiativa y autocrítica, y así aumenta el malestar.

Ahora bien, cuando se alcanzan las metas, realizan una reevaluación de sus objetivos que lo lleva a considerar ese logro como algo mínimo y levanta sus estándares un poco más. De esta forma, se puede observar, que tienen ciertas dificultades para experimentar satisfacción por sus logros, ya que sus creencias los mantienen en un círculo vicioso de exigencia y frustración.

Las preocupaciones por el desempeño y las reacciones ante los fallos pueden explicarse por el acuciante temor que experimentan a fracasar y a ser evaluados negativamente por los demás. El perfeccionista desadaptativo ha experimentado relaciones parentales, a partir de las cuales construyó un apego inseguro, que lo dejan en una búsqueda constante de aprobación, aceptación y de reasegurar sus logros. La complejidad reside en que carecen de habilidades para autoreforzarse y autoevaluarse de una manera eficaz.

Los perfeccionistas se esfuerzan por ser perfectos con expectativas de ser aceptados por los demás cuando alcancen esa perfección. Pero sus relaciones interpersonales están marcadas por la contradicción entre la necesidad de aceptación y reaseguro, el temor a ser evaluados críticamente, y la creencia de que los demás son injustos y exigentes. Los resultados es que esas relaciones terminan siendo negativas, y el perfeccionista vuelve a levantar los estándares y endurece sus esfuerzos, esperando nuevamente a ser aceptado cuando alcance la perfección.

Distorsiones cognitivas en el perfeccionismo:

  • Sesgo interpretativo o sesgo de perfección: se activa en circunstancias muy específicas, por ejemplo, cuando un estudiante universitario y con tendencias perfeccionistas desadaptativas encuentra un error ortográfico en el examen; puede activarse su sesgo y al ver el fallo anticipará que suspenderá, se culpabilizará por no prestar la suficiente atención, por lo que subirá sus estándares para no fallar la próxima ocasión.
  • Sesgo atencional: atender selectivamente a los estímulos negativos relacionados con el perfeccionismo; desatender los estímulos neutrales y dificultad para desengancharse de esos estímulos negativos.
  • Pensamiento dicotómico: proceso a la información como todo o nada, sin matices; tienden a ver el mundo en términos de logros y fracasos; es uno de los factores que dificulta la experiencia de la satisfacción.
  • Catastrofización y sobregeneralización: los errores son magnificados al punto de convertirse en una calamidad que afecta al total de las experiencias; viven los fallos como un fracaso y no solo como una equivocación; utilizan estándares dobles para medir sus desempeños en comparación de los demás, para quienes tienen normas más lábiles que para ellos mismo; está centrado en las cosas que no salen bien, llevando al mínimo error hasta la máxima consecuencia.

Además de estos sesgos, también pueden aparecer pensamientos del estilo:

  • Etiquetado: cuando una persona se auto-asigna etiquetas que lo definen como “soy un fracasado”.
  • Pensamiento emocional: interpretar la realidad en base a las emociones y no a los hechos, “estoy ansioso, así que seguramente voy a suspender”.
  • Personalización: asumir la responsabilidad completa de un evento, “hemos suspendido el trabajo grupal porque no me he esforzado lo suficiente”.
  • Pensamiento predictivo: vaticina resultados “voy a suspender”.
  • Interpretación de pensamiento: adivinar qué piensan los demás “si suspendo, el profesor va a pensar que soy un idiota”.

La dificultad real reside en que poseen un escaso pensamiento constructivo, es decir, el pensamiento que participa en la resolución de los problemas cotidiano y ayuda a reducir el malestar. Suelen embarcarse en procesos de pensamientos negativos repetitivos que pueden manifestarse de forma verbal, en imágenes o abstracciones imprecisas.

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Las rumiaciones son un estilo de respuesta a situaciones de malestar con el que las personas, ante el estresor, tienden a enfocar la atención en sí mismas pensando una y otra vez en lo mismo. Como manera de responder al estrés es escasamente funcional, ya que la persona se enfoca en su malestar, pero desde un estado de pasividad con el que no logra la resolución y/o neutralizar al estresor.

Es común que también aparezca la autocrítica: hábito mental del pensar negativamente acerca de uno mismo; cuyo contenido es una respuesta rumiativa negativa y juiciosa de los pensamientos y emociones propios.

Pensamientos automáticos

Estos pensamientos pueden ser desencadenados por experiencias de fracaso, que disparan la autocrítica y la auto-culpabilización; pero también pueden aparecer frente a las tareas que debe completar el individuo y llegar a interrumpir su desempeño

Consecuencias de ser perfeccionista destructivo

Generalmente, el perfil perfeccionista destructivo llega a deteriorar la vida cotidiana. El área social y personal puede verse afectada por la presencia de hostilidad y sensibilidad, ya que suelen ser hoscas y agresivas en el trato con los demás, mientras que en su fuero interno son personas realmente sensibles a lo que dicen y hacen los otros. Esta sensibilidad puede aparecer en forma de ansiedad social y lleva los perfeccionistas a interpretar de manera distorsionada las relaciones sociales y sus resultados.

Del mismo modo, su perfil puede derivar en conflictos interpersonales y de pareja. Llegando a sentirse desconectados al ser rechazados por los demás; sintiéndose solos y como si no fuesen importantes para nadie.

Conclusión

Conocer el perfil cognitivo de los perfeccionistas desadaptativos nos ayuda a su detección precoz. Esto es de gran importancia debido al impacto de las consecuencias negativas que genera este estilo en distintos ambientes como la escuela, la universidad, los deportes y la clínica médica y psicológica.

El perfeccionismo no solo es un problema en sí mismo, sino que está presente en diversas patologías. Por ello, debemos decir que la búsqueda de la excelencia no es negativa en sí misma, pero cuando se acompaña de otros componentes negativos puede adquirir un carácter desadaptativo.

Cuando todo ello, termina por desarrollar una serie de creencias que apuntan a la necesidad de ser perfectos para conseguir la aprobación de los demás, genera una gran desesperanza. Ante esto el perfil perfeccionista acude a terapia psicológica para poder encontrar un balance y mejorar su calidad de vida.

Diana Synelnyk

Psicóloga General Sanitaria

 

 

Bibliografía: Revisión teórica sobre el perfil cognitivo del perfeccionismo desadaptativo, Sonia Chemisquy

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