La fobia a la sangre, inyecciones y/o heridas, también conocido por las siglas SIH, es un tipo de trastorno de ansiedad. Dentro del grupo de éstos, se encuentra en las fobias específicas. De manera resumida y siguiendo el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), las fobias específicas se pueden entender como el miedo intenso y persistente, excesivo o irracional, el cual es desencadenado por la presencia o anticipación de objetos o situaciones específicas en las que se adoptan conductas de evitación y/o escape.
A diferencia de otro tipo de fobias como pueden ser las de los animales, entornos naturales o situacionales, la fobia a la SIH presenta algunas particularidades. La más especial, es la aparición de mareo y posterior desmayo.
Por aparte del hecho obvio de la peligrosidad a la integridad física de sufrir un desvanecimiento, el gran problema de aquellos que sufren la fobia a la SIH es la evitación a un cúmulo de situaciones significativas como pueden ser intervenciones médicas importantes para la salud, embarazos, dejar de lado ciertos estudios sanitarios o no poder visitar o atender a personas heridas aun pudiendo ser estas muy significativas.
Por lo tanto, en el presente artículo, se va a explicar la razón de la particularidad de la fobia a la SIH mencionada anteriormente, así como cuál es el mejor tratamiento para hacerle frente ya que hay grandes posibilidades de superar dicha fobia y con ello lograr un mayor bienestar.
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¿Por qué se da el mareo y posterior desmayo en la fobia a la SIH?
La principal razón se debe al plano psicofisiológico de la persona, concretamente al patrón conocido como respuesta bifásica. Dicha respuesta se inicia a la hora de enfrentarse al estímulo fóbico (sangre, inyección, heridas) y culmina una vez expuesto. De manera detallada, la primera fase se caracteriza por un aumento de las tres medidas psicofisiológicas más relevantes (aumento del ritmo cardiaco, presión arterial y tasa respiratoria) y una segunda fase en la que se produce una caída o descenso de dichos parámetros, especialmente el enlentecimiento del ritmo cardiaco y la disminución de la presión sanguínea, lo que puede conllevar al mareo y posterior desmayo.
¿Cómo puedo superarlo? ¿Qué tratamientos son eficaces?
Al igual que todas las fobias específicas, la idea final es conseguir la exposición de la persona al estímulo fóbico de la manera más manejada posible. Y en particular, con la fobia a la SIH, conseguir gestionar la respuesta bifásica mencionada para así poder evitar el desmayo de la persona.
Para ello, el tratamiento más eficaz es el cognitivo-conductual el cual, dejando al margen la parte evaluativa, consta de un paquete con las siguientes fases:
- Psicoeducación de la emoción de la ansiedad. En esta fase se explica en primer lugar el triple nivel de respuesta que las personas tienen (cognición-emoción-conducta), para después profundizar en la emoción de la ansiedad en sí. Es muy importante entender la estructura causal, el papel funcional que en nosotros posee, así como la subordinación a otra emoción primaria que tiene, el miedo. Y es que, donde hay una ansiedad, siempre en el fondo hay un miedo. Entendido todo esto, se ligan dichas emociones a la fobia específica en particular.
- Desactivación psicofisiológica para la ansiedad anticipatoria. En este paso es donde entra en juego una técnica conductual clave, la respiración diafragmática contando. La ansiedad, dentro de la complejidad que tiene, si se reduce desde un punto de vista orgánico no deja de ser una hiperactivación del organismo derivado de una hiperventilación. Es por ello por lo que dicha técnica será una pieza importante en el pre a la exposición. Eso sí, como más adelante se explicará, no habrá que ponerla en práctica en el pos. Y es que he aquí una de las particularidades de la fobia al SIH.
- Reestructuración cognitiva y entrenamiento en autoinstrucciones. Una vez interiorizada la teoría y práctica de lo anterior, se trabaja con el paciente el componente originario de todo, las cogniciones/pensamientos. Mediante técnicas reestructurativas, se intentan voltear aquellos pensamientos distorsionados de la situación, así como se complementan con autoinstrucciones. Éstas son una técnica cognitiva que lo que busca es sustituir las autoverbalizaciones internas negativas por otras más adaptativas. Todo ello en dirección de potenciar el sentimiento de competencia de la persona.
- Exposición gradual. Avanzando fases se llega al terreno de la exposición. Como no se trata de hacer una inundación, se explica empáticamente al paciente la necesidad de ir poco a poco exponiéndose a la situación temida ya que será la única manera de poder manejarla. Por lo tanto, en la exposición gradual se realiza una jerarquía de situaciones ansiógenas a las que la persona ha de ir exponiéndose (siempre de menos a más). Por ejemplo, ante una exposición de hacerse un análisis de sangre, antes de ello se puede ir a ver una sala de curas, oler alcohol desinfectante, ver una jeringuilla, etc.
- Entrenamiento en tensión aplicada. Esta técnica es la distintiva de todos los demás tratamientos sobre fobias específicas. A través de ella, se controla la segunda fase de la respuesta bifásica que es la responsable de la posibilidad de desmayo. Mediante una serie de pasos de tensión y distensión muscular se controla la activación vasovagal. De manera paradójica, una vez expuestos a la fobia a la SIH, hay que ir a buscar a la ansiedad en vez de rebajarla.
- Exposición gradual enriquecida y tensión aplicada. En esta penúltima fase, se mezclan imágenes ansiógenas para la persona a la vez que se pone en práctica la técnica de la tensión aplicada.
- Exposición en vivo. En esta última etapa, por ejemplo en una fobia a las agujas, se le acompaña al paciente a la extracción de sangre a la vez que se pone en práctica todo lo que se ha ido trabajando anteriormente. Una vez finalizada la exposición, se refuerzan los aspectos positivos de la vivencia, así como se hace hincapié en posibles puntos a mejorar. Hecho esto, la idea es que en futuras exposiciones la propia persona pueda hacerlo sin ningún acompañamiento salvo recaída.
Conclusión
Como se ha ido apreciando a lo largo del artículo, existen conocimientos, así como tratamientos bien establecidos para la fobia a la SIH. Por lo tanto, se anima al lector que se sienta identificado con esta problemática (la más común a nivel poblacional dentro de las fobias específicas) a que busque ayuda profesional ya que hay solución para ello.
Javier Arza Magra
Psicólogo General Sanitario
Bibliografía:
American Psychiatric Association. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos Mentales (5ª ed.). EDITORIAL MÉDICA panamericana.