Reincorporación al trabajo: Volver a la casilla de salida

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En España, la incapacidad temporal por enfermedad o lesión tiene una duración máxima legal inicial de 12 meses, prorrogables por 6 meses adicionales (18 meses en total) si se prevé recuperación, e incluso con una extensión excepcional hasta 24 meses en casos especiales.

El fenómeno de la reincorporación al trabajo tras bajas prolongadas, con especial atención al impacto psicológico en el trabajador, puede causar diversa patología a diferentes niveles (estrés, ansiedad, depresión reactiva, incertidumbre), influyendo también sobre factores individuales, organizacionales y contextuales que influyen en un retorno exitoso.

Según datos recientes, en 2023 la tasa global de absentismo laboral alcanzó alrededor del 6,8% del tiempo trabajado.

En términos regionales, el País Vasco se destaca sistemáticamente con las tasas más elevadas de absentismo; en 2023 registró cerca de un 8,4% de absentismo, por encima de la media nacional. Le siguen de cerca Asturias y Canarias (8,2%).

Se estima que en torno al 15-17% de todas las bajas laborales en España terminan convirtiéndose en bajas de larga duración.

Los perfiles más afectados por las bajas de larga duración suelen coincidir con aquellos trabajadores que padecen enfermedades crónicas, lesiones osteomusculares o problemas de salud mental. Las tres causas principales de incapacidad temporal prolongada identificadas en el ámbito sanitario son:

1) Los trastornos músculo-esqueléticos, especialmente lumbalgias y dolencias de espalda de diversa índole.

2) Los trastornos mentales comunes, como el estrés crónico, la ansiedad y la depresión.

3) Ciertos procesos oncológicos debido tanto a la enfermedad como a los prolongados tratamientos y secuelas.

Es notable el creciente peso de los problemas de salud mental en las estadísticas de bajas, representando cerca del 16,8% de todas las incapacidades temporales.

Estas bajas por motivos psicológicos tienden a ser más largas que el promedio: su duración media rondó los 116 días (casi cuatro meses) en 2023, frente a una duración media de unos 45-50 días considerando el conjunto de diagnósticos.

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Impacto psicológico en la reincorporación al trabajo

Volver al trabajo después de una larga ausencia conlleva un alto nivel de estrés e incertidumbre para el trabajador. Diversos estudios muestran que la probabilidad de una reincorporación exitosa disminuye cuanto más se prolonga la baja: tras 6 meses de ausencia apenas hay un 50% de probabilidades de retornar de forma eficiente al puesto; al llegar a 12 meses, esa probabilidad cae al 25%, y después de 2 años se aproxima a cero si no median apoyos especiales.

Esta dificultad no solo obedece a la posible persistencia de problemas de salud, sino también al deterioro en la confianza y la conexión con el entorno laboral que sufre la persona tras tanto tiempo fuera.

La ansiedad ante la vuelta al trabajo es un fenómeno común. La persona puede experimentar miedo a no estar a la altura de las exigencias laborales tras meses inactivo, temor a que hayan cambiado procesos o tecnologías, o a no recordar con fluidez tareas antes rutinarias. También es frecuente el temor al estigma o a las actitudes de jefes y compañeros: el trabajador se puede sentir culpable por su ausencia prolongada o vulnerable ante la posibilidad de ser juzgado como “débil” o poco comprometido.

Esta percepción de vulnerabilidad y culpabilidad puede minar su autoestima y generar síntomas depresivos reactivos. La pérdida de autoconfianza es, de hecho, uno de los mayores obstáculos: muchos trabajadores prolongan su baja más de lo necesario por inseguridad sobre su rendimiento al reincorporarse.

Junto con el estrés psicológico, existen consecuencias en la esfera profesional de la persona. Puede haber desmotivación o apatía hacia el trabajo, en parte por la desconexión prolongada del día a día laboral.

No es raro que surja la sensación de “estar fuera de sitio” al regresar: la organización ha podido cambiar (nuevos compañeros, reestructuraciones, etc.) y el trabajador siente incertidumbre sobre su rol.

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Este conjunto de factores suele desembocar en estrés y problemas de salud mental si no se gestionan adecuadamente. De hecho, se habla de “depresión post-baja” o reactivación de síntomas ansiosos en aquellos casos en que la reincorporación resulta especialmente frustrante o desafiante.

En contraste, existen factores protectores que pueden amortiguar el impacto psicológico. Aquellos trabajadores que confían en sus capacidades (alta autoeficacia laboral) y que perciben que aún pueden ser útiles tienden a reincorporarse con más éxito.

Asimismo, contar con un apoyo social fuerte (familia, amigos y especialmente compañeros comprensivos) reduce la ansiedad del retorno. Cuando el empleado siente que su empresa y colegas desean su vuelta y le apoyarán, afronta el proceso con menor incertidumbre.

Recomendaciones prácticas y recursos

  • Planifica tu regreso con antelación:

Acuerda con tu empresa una fecha de vuelta y, si es posible, un retorno gradual (jornadas parciales o teletrabajo los primeros días).

Elabora un calendario personal: marca las tareas a retomar en cada semana y fija pequeños objetivos.

  • Empieza despacio, prepara tu rutina y ajusta expectativas:

Empieza a ajustar tus horarios de sueño y de actividad física al menos dos semanas antes. Reajusta ese sueño cambiado con tiempo y no en el último momento.

Realiza algo parecido a tu jornada: levántate temprano, haz una breve “tarde de trabajo” en casa o revisa correos para recuperar el hábito.

Acepta que no todo volverá al 100 % en tu primer día. Concéntrate en tareas manejables. Obviamente vas a sufrir un periodo de readaptación, el cual es perfectamente compresible. No es necesario demostrar desde el primer momento que estás al 100%.

  • Apoyate en tus compañeros y familia, pueden ser tu mejor aliado:

Si contabas con una buena relación con ellos, pide a un compañero que te actualice sobre cambios en el equipo o proyectos clave. No tengas miedo a ser juzgado, esos pensamientos de que te perciben como débil, están solo en tu cabeza. La realidad es que hoy en día todo el mundo comprende que alguien necesite caer de baja por diversos motivos.

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Un mensaje o llamada informal o mantener contacto por whatsapp unos días antes puede reducir la sensación de aislamiento y de desconexión con el espacio de trabajo.

El apoyo de tu familia y allegados también es crucial, dejate querer y mimar por ellos, y abraza su apoyo como un elemento reparador.

  • Comunica tus necesidades:

Expresa a tu jefe o a Recursos Humanos que necesitas un periodo de adaptación si te ves sobrepasado. ¡Esto no es un signo de debilidad!

Comparte solo lo que te sientas cómodo revelando; la clave es pedir lo justo para sentirte respaldado.

  • Cuida tu bienestar fuera del trabajo:

Dedica 5–10 minutos al día a ejercicios de respiración profunda o meditación. Puede sonar a tópico, pero te ayudará mucho más de lo crees.

Mantén hábitos saludables: alimentación equilibrada, ejercicio suave y tiempo para desconectar y reserva tiempo para actividades placenteras que te ayuden a relajarte.

  • Busca apoyo si lo necesitas:

Si la ansiedad persiste y te resulta inmanejable, considera una sesión breve con un psicólogo para reforzar herramientas de afrontamiento.

Una responsabilidad de todos

A modo de llamada a la acción, instamos a las empresas y profesionales a implementar protocolos proactivos de retorno al trabajo. Invertir en la reincorporación no es solo una obligación legal o ética, sino una decisión inteligente: reduce costes por absentismo, mejora la productividad y, sobre todo, protege el bienestar de los trabajadores.

Una reincorporación exitosa no solo beneficia al trabajador que regresa, sino también al equipo que recupera a un compañero plenamente integrado y a la sociedad en su conjunto, que gana en salud y eficiencia. Hacer realidad entornos laborales incluyentes, donde “volver” sea tan natural y apoyado como “irse de baja”, es responsabilidad de todos.

 

Jon Ander Curto

Psicólogo General Sanitario

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