¿Por qué no puedo dejar de comer dulce?

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¿Por qué no puedo dejar de comer dulce?

Es muy común escuchar a pacientes decir: “Sé que no me hace bien, pero no puedo dejar los dulces”.  Si te has sentido así, no estás solo/a. El azúcar tiene un poder adictivo real, y su efecto en nuestro cuerpo y cerebro explica por qué muchas veces sentimos que estamos en una lucha constante contra ese trozo de chocolate, esa bollería de media tarde o el postre “inofensivo” después de comer.

Entonces, ¿por qué no podemos dejar de comer dulces? En este artículo te cuento por qué es tan difícil desengancharnos del azúcar, qué pasa en nuestro cuerpo cuando lo consumimos, y cómo influye en nuestro bienestar emocional y psicológico.

El azúcar y su impacto en el cerebro

Cuando comemos azúcar, nuestro cerebro responde con una descarga de dopamina, el neurotransmisor del placer. Este mismo mecanismo se activa con algunas drogas y comportamientos adictivos. Por eso, comer algo dulce genera una sensación de bienestar inmediato que nuestro cerebro aprende rápidamente a buscar y repetir.

La dopamina no solo nos da placer, también refuerza conductas. Es decir, cuanto más azúcar consumes, más ganas tendrás de repetirlo. Y aquí empieza el círculo difícil de romper: estrés, recompensa rápida con azúcar, bajón emocional o físico, y vuelta a empezar.

¿Adicción o hábito?

Aunque técnicamente el azúcar no causa una “adicción” en el mismo sentido que sustancias como el alcohol o la nicotina, sí genera una dependencia psicológica y fisiológica muy potente. Lo que empieza como un hábito (un dulce de vez en cuando) puede convertirse en una necesidad emocional: comer para calmar ansiedad, tristeza, aburrimiento o estrés.

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Con el tiempo, nuestro cuerpo también se habitúa a ciertos niveles de glucosa en sangre. Esto puede llevar a picos y caídas bruscas de energía (lo que comúnmente se conoce como “bajón de azúcar”), que empeoran el cansancio, la irritabilidad y el deseo de volver a comer dulce para “remontar”.

Efectos fisiológicos del consumo excesivo de azúcar

Cuando ingerimos azúcar en exceso, se producen varias reacciones en el cuerpo:

  • Pico de glucosa en sangre: seguido de una bajada rápida que puede hacernos sentir cansancio, hambre o irritabilidad.

  • Liberación de insulina: a largo plazo, este esfuerzo constante del páncreas puede derivar en resistencia a la insulina, un precursor de la diabetes tipo 2.

  • Inflamación y desequilibrio intestinal: el azúcar puede alterar la microbiota, afectando la salud digestiva, el sistema inmunológico y, como cada vez más estudios demuestran, también el estado de ánimo.

  • Aumento de peso: además de ser muy calórico, el azúcar estimula la acumulación de grasa visceral, relacionada con problemas metabólicos y cardiovasculares.

Consecuencias psicológicas y emocionales

El azúcar tiene una relación compleja con nuestras emociones. Muchas personas lo usan como un calmante emocional, una forma rápida de evasión o gratificación cuando no se sienten bien. Pero este alivio es temporal y, a menudo, va seguido de culpa, vergüenza o frustración.

Algunas consecuencias emocionales comunes del consumo excesivo de azúcar son:

  • Cambios de humor repentinos.

  • Ansiedad y dificultad para concentrarse.

  • Trastornos del sueño.

  • Sensación de pérdida de control sobre la alimentación.

  • Asociación emocional entre comida y afecto, sobre todo en personas con historia de carencias afectivas.

¿Cómo empezar a romper el ciclo?

Salir del “enganche” al azúcar no es solo cuestión de fuerza de voluntad. Implica comprender qué necesidades emocionales estás intentando calmar a través de la comida, y empezar a cubrirlas de otras maneras más sostenibles y sanas. Algunos pasos iniciales:

  • Identifica en qué momentos del día más lo necesitas y qué emoción lo precede.

  • Introduce proteínas, fibra y grasas saludables en tus comidas para estabilizar el azúcar en sangre y evitar picos.

  • Cuida tu descanso y tus niveles de estrés, ya que el cansancio y el cortisol elevado aumentan el deseo de azúcar.

  • Sé compasivo contigo mismo: la relación con la comida se construye durante años y no se cambia de la noche a la mañana.

  • Pide ayuda profesional si notas que no puedes gestionarlo solo. La psicoterapia puede ayudarte a entender mejor tu relación con la comida y fortalecer recursos emocionales.

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Conclusión

El azúcar no solo es un ingrediente presente en nuestra dieta, sino también un símbolo emocional, un calmante temporal y, muchas veces, una trampa disfrazada de premio. Entender por qué nos cuesta tanto dejarlo es el primer paso para cambiar la relación que tenemos con él.

No se trata de prohibirse todo, sino de aprender a escuchar al cuerpo, regular nuestras emociones y tomar decisiones más conscientes. El objetivo no es la perfección, sino el equilibrio.

¿Te identificas con esta lucha? Puedes contactar con nuestro equipo de psicólogos para abordarlo. Tu relación con la comida también merece cuidado, comprensión y apoyo.

Diana Synelnyk

Psicóloga General Sanitaria

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