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Control de la ira en 8 pasos

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Definiendo la ira

Muchos autores coinciden en catalogar la ira como una de las emociones básicas y la entienden como esos sentimientos, reacciones corporales o fisiológicas y actitudes que van dirigidas hacia otras personas.

Izard la define como: “una emoción primaria que se presenta cuando un organismo es bloqueado en la consecución de una meta o en la obtención o satisfacción de una necesidad”.

Además, la ira es considerada como un estado emocional que está formado por sentimientos como: irritación, enojo, furia y rabia. Sentimientos que se acompañan de una alta activación de nuestro sistema nervioso autónomo y endocrino así como una elevada tensión muscular.

Como consecuencia puede acarrear problemas dentro de la familia, en el trabajo, en la pareja o con uno mismo. Por tanto, su origen puede ser interno (por no cumplir ciertas expectativas) o externo (una discusión con un compañero de trabajo).

Posibles causas

La ira puede surgir como un impulso agresivo, siendo una respuesta de nuestro cerebro que nos prepara para atacar o huir de un peligro. Pero tal y como ocurre con otro tipo de emociones, la ira puede durar un tiempo limitado o ser una tendencia general de respuesta. Veamos cuáles pueden ser las posibles causas:

  • Temor
  • Miedo
  • Frustración
  • Cansancio

Todo esto desemboca en una muestra de cólera hacia el exterior en forma de agresividad.

Tipos de ira

Conducta agresiva y violenta:

Aquí estaría la ira instrumental, es decir, para poder conseguir algo. Se caracterizan por ser personas con poco autocontrol, que ceden antes sus impulsos, y con bajas habilidades de comunicación, no consiguiendo poder expresar de una forma asertiva y sin anteponer sus necesidades y deseos ante el otro.

  Aprender a decir que no

La ira como explosión:

Cuando se aguanta durante mucho tiempo una determinada situación y se acaba estallando. Este tipo de ira suele darse en perfiles pasivos de comunicación. Es decir, por miedo a expresar lo que sienten o necesitan, se someten o aguantan situaciones con las que no se sienten cómodos y la ira se produce como estallido final a la situación. Por ello, es importante no acumular pequeñas frustraciones que pueden acabar en algo más grave.

La ira como defensa:

Surge cuando percibimos que nos están atacando o agrediendo. Es de suma importancia poder diferenciar si es un ataque real o simplemente una percepción subjetiva de la situación, es decir, que puedan estar mediando nuestro filtros o sesgos cognitivos. Por lo que, habría que realizar un análisis más exhaustivo sobre el ataque o agresión.

¿Cómo controlar la ira?

La prevención y el tratamiento en los problemas derivados del control de la ira son de especial relevancia debido al impacto negativo que genera dicha emoción en la salud física y mental del individuo. Como hemos mencionado anteriormente, la ira puede derivar en problemas de gravedad, así como generar en el individuo un potente desgaste físico y psicológico. Por lo que vamos a dejar algunos consejos para poder controlar la ira:

  1. Autoconocimiento: Aprender a identificar las señales que hacen que se pueda perder el control y acabar teniendo una explosión de ira.
  2. Conciencia: Tener una conciencia real de la respuesta que se está dando cuando surge la ira y cómo puede afectarnos o a los que se encuentran a nuestro alrededor.
  3. Autocontrol: Desarrollando estrategias de autocontrol y regulación emocional. Cuánto más sepa sobre mis emociones y desde dónde surgen, mayor control podré desarrollar para su gestión.
  4. Habilidades sociales: Desarrollo de éstas para poder responder de una forma más asertiva, sin tener que pasar a una comunicación agresiva como forma de expresión de conflictos o desacuerdos.
  5. Resolución de problemas: Gestionar adecuadamente los problemas para que no sigan escalando y generando emociones negativas.
  6. Autocuidado: El descanso, la relajación, meditación o el ejercicio nos ayuda a mantener los niveles de estrés y/o ansiedad controlados.
  7. Evitar: Evitar situaciones o personas que son estresantes para nosotros, o también las que se denominan como «tóxicas».
  8. Terapia: La ayuda externa es un buen recurso para poder hacer frente a las demandas del día a día y desarrollar estrategias y habilidades para el control de la ira.
  Estrategias para la resolución de problemas

La ira es una emoción que, en ocasiones, no es sencilla de controlar por uno mismo. Es por ello, que una de las partes en las que nos dedicamos desde PsyBilbo desde la psicoterapia es a fomentar una mayor conciencia sobre nuestras emociones y, del mismo modo, aprender o desarrollar técnicas para su manejo y control. Si deseas más información, ponte en contacto con nuestros psicólogos.

 

Diana Synelnyk

Psicóloga General Sanitaria

 

 

 

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