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¿Bebo demasiado alcohol?

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A lo largo de toda la historia hemos visto cómo se rendía culto al alcohol. Los griegos ofrecían bebidas alcohólicas a sus dioses, los romanos apreciaban el vino y difundieron la vid por toda Europa o en la edad media se asociaba a tomar alcohol con salud y bienestar y era considerado un remedio para muchas enfermedades.

Es en el siglo XIX cuando su consumo aumenta por la masificación de las ciudades, hasta que se ha convertido en un problema social y de salud. Hoy en día su uso está muy aceptado socialmente y forma parte de celebraciones y fiestas.

Pero el consumo nocivo de alcohol puede llegar a perjudicar a familiares, amigos, compañeros de trabajo, desconocidos y, principalmente, a uno mismo. En España, es la droga con mayor prevalencia y su consumo es uno de los problemas más importantes de la salud pública.

¿Bebo demasiado alcohol?

Para muchas personas tomar alcohol puede ser una forma de relajarse, pero para otras, puede ser el mecanismo (inconsciente) por el cual están «gestionando» diversos malestares de su día a día. Existen diferentes formas de consumo de alcohol que pueden suponer un riesgo o pueden llegar a producir un daño importante para la persona.

Entre éstas se incluyen, además del consumo semanal o diario elevado, las intoxicaciones etílicas agudas, el binge drinking (atracones – consumo rápido y excesivo de alcohol) o todos aquellos comportamientos que pueden llevar a la dependencia o a otros problemas asociados.

El consumo moderado se encuentra en un extremo del rango que va desde el abuso de alcohol hasta la dependencia del alcohol. El consumo de riesgo sería un patrón de consumo de alcohol que aumentaría la probabilidad de sufrir las consecuencias negativas para el bebedor o para su entorno.

De este modo, lo que aparece con el alcoholismo es la separación del individuo de la familia, los amigos o el entorno laboral, el cambio de su núcleo social o la posible escalada con el consumo de otras drogas.

En el patrón de consumo de alcohol que debe preocuparnos es:

  • El consumo de bebidas que deriva en consecuencias importantes y recurrentes. Por ello, se dejan de cumplir las obligaciones pertinentes (estudios, trabajo, amigos o familia).
  • Pérdida de control en el consumo de alcohol, no importando qué tipo de alcohol se esté tomando, es decir, una vez que empiezan no pueden parar. Además, se junta con la tolerancia, pues cada vez se necesita una cantidad mayor para obtener el efecto de euforia.
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Tipos de alcoholismo:

Existen diferentes tipos de alcoholismo, bien para aplacar o anestesiar las tensiones o problemas emocionales:

  1. La persona que bebe todos los días, aunque no llegue a la intoxicación.
  2. La persona que bebe intensamente en periodos muy breves y mantienen la abstinencia durante largas temporadas.
  3. La persona que tiene el problema de empezar a beber y no poder parar, denominados dipsomaníacos.
  4. La persona que presenta un problema de consumo crónico, con consecuencias orgánicas derivadas del consumo como cirrosis hepática, diabetes u otras enfermedades.

Consecuencias de abuso de alcohol

El alcohol a bajas concentraciones produce sensaciones agradables como relajación, euforia, aumento de la sociabilidad o desinhibición. Su primera acción sobre nuestro cerebro, es en la parte que afecta a nuestro autocontrol.

Por tanto, si aumentamos su consumo nos provocaría disminución de los reflejos, descoordinación o dificultad la hora de comunicarnos. Y si seguimos aumentando la dosis, acabaríamos sintiendo fatiga y somnolencia, o incluso podríamos llegar a un estado de coma y muerte por depresión cardiorrespiratoria.

Además, no hay que olvidar que el consumo abusivo de alcohol genera una serie de consecuencias que afectan a los ámbitos psíquico y físico.

  • A nivel físico: afecta al sistema nervioso, al aparato digestivo, provoca trastornos nutricionales y en la sangre, cardiovasculares, problemas musculares y disfunciones sexuales.
  • A nivel psicológico: afecta a las funciones superiores, provoca alucinaciones o demencias, inadaptación social, laboral y personal, depresión o inestabilidad emocional.

Si el consumo de alcohol se cronifica las consecuencias por la ingesta pueden ampliarse a una cirrosis hepática, alucinosis alcohólica o enfermedad de Korsakoff.

Algunos rasgos de la personalidad como la impulsividad, una baja autoestima y una necesidad de aprobación externa pueden favorecer el consumo de alcohol. Algunos consumen alcohol para sobrellevar su jornada o sus problemas emocionales.

Asimismo, la presión social de compañeros, amigos o familiares y el fácil acceso a esta sustancia, aumentan las probabilidades de la dependencia al alcohol. Los factores genéticos, en esta línea también serán importantes. Pues ser capaz de beber sin que se note, es un síntoma de que se está en mayor riesgo y no menor. Los antecedentes familiares de problemas con el consumo de alcohol, no quieren decir que estos se repitan, pero si pueden llegar a variar la tolerancia de alcohol consumido.

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Síndrome de abstinencia en el alcohol

El síndrome de abstinencia en el alcohol puede ser muy grave y potencialmente mortal por el riesgo de producirse un colapso cardiovascular. El inicio del síndrome empieza sobre las 12-72 horas tras la última ingesta.

Los síntomas que lo acompañan son: ansiedad, temblores, insomnio, intensa transpiración, debilidad, agitación, cefalea, náuseas y vómitos, calambres abdominales, taquicardia e hipertensión y deshidratación.

Dentro del síndrome de abstinencia puede producirse el llamado delirium tremens, el cual requiere una intervención hospitalaria. Sus síntomas pueden llegar a durar una semana y son: bajo nivel de conciencia, desorientación tempo-espacial, ilusiones y alucinaciones visuales, agitación, fiebre o posibles convulsiones.

Consumo de alcohol en adolescentes

La adolescencia es un periodo especialmente de riesgo para el inicio de consumo de alcohol. Algunas circunstancias y características que favorecen el consumo son:

  • La asociación entre el alcohol y el ocio.
  • Una percepción de bajo riesgo sobre el consumo.
  • La influencia del grupo de iguales sobre las decisiones individuales.
  • Dado que el adolescente no ha alcanzado la plena madurez biológica y fisiológica, el consumo de alcohol es más dañino que en la edad adulta.

El consumo de alcohol tiene un especial impacto en el sistema nervioso central de los adolescentes. Afecta a la plasticidad sináptica, es decir, causa daño y muerte de células neuronales en ciertas regiones cerebrales. Esta neurotoxicidad se asocia con alteraciones, a corto y largo plazo en los procesos cognitivos como los de la atención, la memoria y el aprendizaje.

Además, existen otro tipo de consecuencias asociadas al consumo de alcohol en este periodo:

  • El consumo de otras drogas
  • Accidentes en carretera (una de las primeras causas de mortalidad entre la población joven son los accidentes de tráfico asociados al alcohol y a las drogas)
  • Peor o bajo rendimiento escolar
  • Predisposición a un posterior consumo y abuso en la edad adulta
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Cómo identificar el alcoholismo

Es frecuente que se oculte o se niegue el consumo de bebidas alcohólicas, ¿cómo podemos saber si una persona cercana se encuentra en una situación de dependencia o tiene un problema de alcoholismo?

Debemos fijarnos en si…

  • Las personas cercanas expresan signos de preocupación por el consumo.
  • Existen enfados con las personas que señalan que se bebe demasiado.
  • Se siente culpabilidad por beber y pensar que debe dejar de hacerlo, pero se siente incapaz de llevarlo a cabo.
  • Necesidad de tomar alcohol para poder calmar los nervios o aliviar la resaca.
  • Recaídas en el consumo a pesar de los efectos negativos.
  • Olvidos, despistes y pérdidas de memoria.
  • Pérdida de conciencia de la realidad y negación.

Conclusión

Generalmente, la persona enferma es muy reticente a ponerse en tratamiento, por lo que es muy importante la actitud de los familiares y allegados. Es vital ser pacientes y apoyar sin reservas a la persona dependiente, evitando así la culpabilización.

Las personas con dependencia al alcohol tienen que hacer un gran esfuerzo para poder afrontarlo y contar con el apoyo de familiares y amigos, es uno de los factores que influirá en el proceso de recuperación.

Así mismo, no se debe abordar el tema cuando la persona esté bajo los efectos del alcohol, solo se procederá a hablar en los periodos de abstinencia y sobriedad. El psicólogo o psicóloga puede guiar a la familia o amigos, incluso antes de que el bebedor busque ayuda, para generar la motivación necesaria y que acuda a terapia.

Debemos tratar de hacerle ver las complicaciones que surgen por el consumo de riesgo y perjudicial qué está haciendo del alcohol, resaltando los problemas que genera de salud, de tipo familiar y social.

En esta etapa será vital el apoyo médico y psicológico para poder abordar la dependencia por dicha sustancia. Nuestro equipo de psicólogos especializados en adicciones pueden asesorarte en lo necesario para este proceso.

Diana Synelnyk

Psicóloga General Sanitaria

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