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Mi hijo adolescente fuma porros

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La marihuana es una de las drogas ilegales más consumidas entre los adolescentes y con la que se suele comenzar a experimentar. Se estima que más del 40% de los jóvenes entre 14 y 18 años han consumido marihuana al menos una vez en su vida. Por tanto, si se da la situación de que mi hijo adolescente fuma porros, ¿qué puedo hacer?

Mi hijo adolescente fuma porros, ¿por qué?

La curiosidad es la que en la mayoría de las ocasiones impulsa a los adolescentes a probar el cannabis. En otras ocasiones, es la presión social de sus amigos o el deseo de sentirse parte del grupo, también ejerce una potente presión.

Que en casa no existan límites o normas, puede hacer que sea más probable que se pueda llegar a consumir cannabis. Pero también sucede cuando están dichas normas, pues el deseo de probar cosas nuevas o sensaciones, o bien afrontar sus propias emociones hace que indaguen y lleguen a fumar porros.

Por ello, los padres deben de potenciar y prevenir los riesgos. Determinar unas reglas claras y bien definidas, le ayudan al adolescente a incorporar estos límites. Los límites sirven para que incorporen qué cosas permitimos o no y cuáles esperamos por parte de ellos.

Efectos de los porros en adolescentes y jóvenes

El principal problema del consumos de los porros es que los adolescentes se encuentran en una etapa de crecimiento y desarrollo tanto físico, como cognitivo.

El consumo de cannabis puede acarrear que se den ciertas dificultades en su desarrollo mental y físico, fuertes cambios emocionales o incluso, la pérdida de algunas capacidades cognitivas.

El consumo habitual, como sabemos, puede desencadenar en una adicción y dependencia a esta droga perturbadora del sistema nervioso. Con lo cual, cada vez fuman más y su organismo necesita más sustancia debido a la habituación.

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Es frecuente ver que en estas edades, los chavales que consumen, se cierran más respecto a su entorno, relacionándose con perfiles que consumen. Asimismo, el fracaso escolar es otro común en esta dependencia.

Riesgo del consumo de porros en adolescentes

El consumo continuado de cannabis favorece la aparición del denominado síndrome amotivacional, que se caracteriza por un pobre comportamiento psicosocial, apatía, baja capacidad de concentración y déficits de memoria.

Otro de sus riesgos es que en consumidores con predisposición puede favorecer la presencia de la aparición de cuadros psicóticos con síntomas como alucinaciones, delirios, desorientación, etc. Hay dos trastornos muy importantes por su relación con el consumo de derivados del cannabis, que son la depresión y la esquizofrenia.

Características de predisposición al consumo de cannabis:

El hecho de presentar una o varias de cualquiera de estas características no deriva necesariamente en un problema adictivo, es más, hay casos que ni siquiera derivan en un consumo experimental. Pero a modo de guía, algunas de ellas sí pueden tener predisposición hacia el consumo:

  • Baja tolerancia a la frustración
  • Déficit de habilidades para el afrontamiento de problemas
  • Sensibilidad general hacia las emociones y sentimientos desagradables
  • Un patrón automático, no reflexivo, que lleva acceder a otros impulsos
  • Búsqueda de excitación y poca tolerancia al aburrimiento
  • Disminución relativa de las perspectivas futuras, que se centra en los Estados emocionales del ahora (presentismo)

¿Qué puedo hacer si mi hijo fuma porros?

Lo más importante es educarlos en la responsabilidad para que cuando se enfrenten a la situación de tomar una decisión, puedan tomar la más acertada. Esto lo conseguimos con una buena comunicación en casa. Algunas de las cosas que podemos hacer con nuestros hijos o hijas adolescentes al respecto son:

  • Hablar con ellos

Tenemos que hablar sobre las drogas, sus efectos y sus riegos. No debemos caer en el mito de que hablar de ello puede incitar a su consumo. Hay que tratar de que se sientan cómodos y puedan recibir por nuestra parte una información veraz. Pues si no la reciben de nosotros, con su particular curiosidad adolescente, la buscarán en otros espacios. Para ello, podemos acostumbrarnos a tener pequeñas charlas con ellos sobre cómo les ha ido el día y así cuando tengamos que hablar sobre algo más relevante, no les resulte tan extraño.

  • No adoptar rol de policía

Si se sospecha que hay un consumo de cannabis no debemos obviarlo o minimizar el problema, pero tampoco podemos pasar a ser policías y estar vigilándolos continuamente. El papel como padres, es el de protegerlos, no vigilarlos. Si hay un riesgo real, puede llegar la inevitable situación en la que tengamos que vulnerar su derecho a la privacidad y buscar la ayuda de un profesional si necesitamos que nos guíen.

  • Expresar nuestro desagrado

De una forma calmada hay que expresarles nuestro desagrado frente al consumo de marihuana. Necesitamos remarcar que hay que respetar las reglas que se han fijado en casa y que si éstas se incumplen o sospechamos que se están incumpliendo, perderá su derecho a la privacidad.

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Conclusión

Debemos encontrar un momento para poder hablar con nuestros hijos sobre las drogas. A veces, parece que ese momento nunca es bueno, por lo que trata de introducirlo de una forma espontánea. Los adolescentes, necesitan sentir que pueden confiar en sus padres para poder hablar de los temas que les preocupan y que resolveremos sus dudas.

Si no podemos hacer frente a esta situación en casa, debemos pensar en acudir a un profesional que pueda orientarnos sobre cómo afrontar la situación y para que puedan realizar un trabajo con la terapia para adolescentes, así como dar unas pautas claras a los padres para poder abordar el consumo.

Diana Synelnyk

Psicóloga General Sanitaria

 

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