La muerte es una de las experiencias más duras de gestionar para el ser humano. Las personas son muy diversas y dependiendo del vínculo que se haya establecido con la persona fallecida, se podrán dar 8 tipos de duelo:
1. Duelo anticipado
El duelo anticipado comienza antes de que la muerte haya ocurrido. Es frecuente cuando se diagnostica una enfermedad terminal. El proceso de duelo es el habitual, pero la persona experimenta diversos sentimientos y emociones anticipatorios que le prepararán emocional e intelectualmente para la inevitable pérdida. Se trata de un proceso de duelo prolongado, no tan agudo como el resto, dado que cuando llega la muerte se suele experimentar.
En Psybilbo somos expertos en la terapia de duelo. Si necesitas ayuda profesional, consúltanos sin compromiso
2. Duelo sin resolver
Generalmente, se le da el nombre a este tipo de duelo cuando han pasado entre 18 y 24 meses y el duelo sigue presente.
3. Duelo crónico
Se trata de un duelo sin resolver, que no remite con el paso del tiempo y dura algunos años. También suele denominarse duelo patológico o duelo complicado. El duelo patológico aparece cuando la persona es incapaz de dejar de revivir de forma detallada y vívida en los sucesos relacionados con la muerte y todo lo que le ocurre le recuerda a esa experiencia.
4. Duelo ausente
En este tipo de duelo la persona niega que los hechos hayan ocurrido. Se trata de una etapa de negación donde el individuo sigue evitando la realidad, incluso, aunque haya pasado mucho tiempo.
5. Duelo retardado
Similar al duelo normativo, con la diferencia de que su inicio se da al cabo de un tiempo. Suele ser parte del duelo ausente y también se denomina duelo congelado. Es común en personas que controlan sus emociones en exceso y se muestran aparentemente fuertes. Además puede aparecer en personas que en un primer momento deben hacerse cargo de muchas cosas que requieren atención inmediata, como puede ser el cuidado de una familia.
6. Duelo inhibido
El duelo inhibido es resultado de una dificultad en la expresión de los sentimientos, donde la persona evita el dolor de la pérdida. Suele estar acompañado de quejas somáticas. Las propias limitaciones de la forma de ser de la persona le impiden llorar o expresar el duelo. La diferencia con el duelo ausente, es que en este caso, no se trata de un mecanismo de defensa.
7. Duelo desautorizado
Cuando el entorno que rodea a la persona doliente no acepta el duelo de ésta, se da el duelo autorizado. Suelen ser casos en los que ha pasado un largo tiempo y la familia puede reprochar continuar en el duelo; la persona trata de reprimir estos sentimientos de cara a la familia, pero internamente no lo ha superado. También se da cuando la persona que murió o se marchó llevaba asociado un estigma.
8. Duelo distorsionado
Se manifiesta como una fuerte reacción desproporcionada respecto a la situación. Suele ocurrir cuando la persona ya ha experimentado un duelo previo y se encuentra ante una nueva situación de duelo. En estos casos, puede haber muerto una persona que no era significativa (tío lejano), pero se revive el duelo de una pérdida significativa (un padre).
Superar un duelo implica ir pasando por las distintas fases del duelo para poder volver a recomponernos. Cada persona vive el duelo de una forma diferente. Necesitaremos tiempo y, a veces, apoyo que podemos recibir desde la parte psicológica. Desde la terapia de duelo ayudamos a aceptar la pérdida, gestionar las distintas emociones y a adaptarse al nuevo medio sin la persona fallecida.
Diana Synelnyk
Psicóloga General Sanitaria