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Cine y Psicología: una relación muy estrecha

cine y psicologia

Podríamos decir que tanto el cine como la Psicología han nacido y evolucionado de forma paralela en el mismo periodo de tiempo. Ambos elementos empezaron prácticamente a finales del Siglo XIX y han tenido un fuerte y constante desarrollo durante el Siglo XX e inicios del XXI. La unión entre las dos vertientes posee un carácter retroalimentario, es decir, el cine aporta riqueza a la terapia y también a la inversa, ya que partiendo de la psicología se cuentan grandes historias en los films.

Cine y Psicología de la mano

Dicho esto y a modo de recorrer esta historia de complicidad, es importante plasmar un breve camino cronológico entre ambas.

Desde mitad del Siglo XX, más concretamente desde los 50 hasta los 80, se pudo empezar a ver como muchos de los trastornos psicológicos descubiertos por psicólogos y psiquiatras reconocidos, se llevaron a la gran pantalla. En estos años hay películas imperdibles como Psicosis (1960, Alfred Hitchcock), Persona (1966, Ingmar Bergman), La Naranja Mecánica (1971, Stanley Kubrick), Alguien voló sobre el nido del cuco (1975, Milos Forman), Taxi Driver (1976, Martin Scorsese) o El Resplandor (1980, Stanley Kubrick). En dicho repertorio de películas de culto citadas, se aprecian las más variopintas alteraciones de la estructura de personalidad. Así pues, podemos encontrarnos trastornos antisociales, estrés postraumático, trastornos psicóticos, etc.

Dejando de lado lo específico de los trastornos psicológicos, en este periodo de tiempo habría que mencionar una película la cual, ha tenido y tiene una gran repercusión en la psicología social y el comportamiento humano. El film es 12 hombres sin piedad (1957, Sidney Lumet) y en él, se puede apreciar cómo los diferentes roles y prejuicios sociales, llevan en muchas ocasiones a razonamientos erróneos que dictan decisiones muy trascendentales como la pena de muerte en esta situación en concreto.

Avanzando hacia finales del Siglo XX, se puede ver como el cine va abordando cada vez más asuntos de índole psicológica y además, con mayor profundidad y complejidad. De ahí que recorriendo y superando los años 80, se pueden ver numerosas películas que tratan, por ejemplo, el autismo y retraso mental como Rain Man (1988, Barry Levinson) o Forrest Gump (1994, Robert Zemeckis), la esquizofrenia como Donnie Darko (2001, Richard Kelly) o El Club de la Lucha (1999, David Fincher), el trastorno obsesivo compulsivo como Mejor Imposible (1997, James L. Brooks), adicciones como Réquiem por un sueño (2000, Darren Aronofsky) o Trainspotting (1996, Danny Boyle), el trastorno bipolar como El lado bueno de las cosas (2012, David O. Russell), el estrés postraumático como Mystic River (2003, Clint Eastwood), etc.

Además, en las películas, también se empiezan a mostrar ciertos problemas psicológicos en clave de humor. Buena cuenta de ello por ejemplo, es la filmografía de Woddy Allen.

Llevado a cabo este repaso de unos pocos films (centrados en gran medida en trastornos psicológicos), y habiendo visto claramente como el cine lleva a la psicología de la mano a la hora de contar sus historias, cabría hacerse la pregunta de: ¿Cuál es la relación inversa? ¿Qué aporta el cine a la terapia psicológica?

¿Cómo nos ayuda el cine?

Formulada la cuestión, veamos cuáles pueden ser los beneficios terapéuticos de lo que se podría denominar como arte terapia o filmoterapia (visionado de películas o escenas como forma de análisis y herramienta complementaria a la terapia):

– Permite afrontar algunos de nuestros miedos:

En muchas películas podemos ver escenas que reflejan temores personales nuestros, y generalmente, nos ayudan a un mayor entendimiento y concienciación de la situación problemática para luego hacerles frente.

– Ayuda a la desconexión y relajación:

Tras jordanas laborales o estreses de la vida diaria, ver una película consigue a que por lo menos durante lo que dura el film, consigas disipar problemas futuros.

– Nos sirve de autoayuda:

Cuando nos identificamos con ciertos personajes y sus dificultades, podemos muchas veces ver una guía de cómo podríamos llevar a cabo una resolución de problemas.

– Motivación:

Nos puede llevar a contagiar una actitud enérgica y motivacional hacía ciertos objetivos personales.

– Expresión emocional:

Consigue que conectemos con lo puramente emocional, ya que tiene la capacidad de intensificar nuestras emociones y una posterior expresión de ellas, lo que simplemente ya tiene carácter terapéutico.

– Reflexión:

Conlleva una introspección no sólo propia, sino que hace que tengamos ciertos pensamientos críticos acerca de todo lo que nos rodea.

– Desarrolla nuestra creatividad:

Las películas nos arrojan visiones diferentes de nuestra realidad que nos enriquecen intelectualmente, lo cual es necesario para la creatividad.

– Aumenta y fortalece nuestras relaciones sociales:

Está claro que es un plan que en muchas ocasiones compartimos con otras personas, lo que hace que se fortalezcan vínculos y disfrutemos de un mayor bienestar.

– Nos ayuda en el duelo:

Ante momentos de pérdida, hace que nos podamos ver identificados con ciertos protagonistas del film e incluso nos ayude a superarlo.

– Nos recuerda nuestras fortalezas:

Puede hacernos conscientes de aptitudes que no éramos conscientes de tenerlas, y por la tanto, elevar nuestra autoestima.

Conclusión

Para ir concluyendo, mencionar que con lo expuesto en este artículo, queda realmente clara la relación bidireccional entre ambos elementos, y también podemos apreciar cómo tanto la Psicología como el Cine, cada vez están en un mayor desarrollo individual.

Por lo tanto, sólo me quedaría decir: ¿Os hace una película?

 Javier Arza Magra

Psicólogo experto en Terapia Cognitivo-Conductual

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