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¿Cómo influye la educación en nuestra personalidad?

Influencia de la educación en la personalidad

Nuestra personalidad o forma de ser, viene determinada en gran medida por los factores ambientales. No nos podemos olvidar que lo heredado genéticamente tiene importancia también, pero creo que lo que vamos recibiendo del exterior durante nuestra etapa formativa, es esencial en la explicación y comprensión de la personalidad de un individuo.

Este desarrollo que lleva a cabo la persona, no se podría entender sin la influencia que ejerce el grupo primario en el sujeto, es decir, la familia.  Si bien es cierto que hay otros grupos secundarios y diversas experiencias personales que impactan en la forma de ser de la persona, la influencia educacional recibida de nuestra familia marcará en gran medida cuál será nuestro Yo adulto.

Antes de entrar de lleno en las diferentes educaciones, creo pertinente hacer una breve explicación de lo que son las creencias personales desde el punto de vista psicológico.

Las Creencias

El sistema de creencias propio de una persona, es aquel que define nuestro modo de ser y por tanto, nuestro modo de existir. Una terapia psicológica, por ejemplo, no es otra cosa que realizar un cambio en dicho sistema de creencias disfuncionales del sujeto para así lograr un mayor disfrute existencial. Obviamente, este proceso es arduo y largo, ya que hay que sacar a la superficie innumerables visiones de la persona, pero una vez se detectan y se comprenden, la idea es ver otros modelos más sanos y reales y apoyar la existencia en ellos.

A modo de resumen, la personalidad o forma de ser (estructura fundamental del ser humano) no consiste sino en un sistema de creencias y por lo tanto, todo cambio de la personalidad humana remite al cambio de creencias.

  Negación: “Ojos que no ven, corazón que no siente”

Las creencias que definen dicha forma de ser son:

  1. Creencias sobre mí mismo (Yo soy…)
  2. Creencias sobre el Mundo (El mundo es…, las personas son…)
  3. Creencias de mi relación con el Mundo (Yo existo con el mundo…)

Dichas creencias tendrían un parte más visible (consciente) y otra más oculta (inconsciente). Éstas últimas estarían enterradas por diversos motivos como pueden ser la culpabilidad, los miedos, la rabia, la vergüenza, etc.

Habiendo hecho este pequeño inciso en algo que creo que es importante, vayamos a las educaciones.

Influencia de la educación recibida

La formación de creencias, personalidad, fundamentos existenciales así como ejercicios funcionales se irán desarrollando en las etapas formativas del infante y la adaptabilidad o no de ellas dependerá en gran medida de si son permitidas, imposibilitadas, facilitadas o dificultadas por el entorno. Dependiendo del ambiente en el que el niño se vaya desarrollando nos podremos encontrar con diferentes posibilidades:

Formación de creencias-personalidad:

  1. Si el entorno permite al niño que vaya apoyando su existencia en él al tiempo que deja de manera gradual que vaya experimentando libremente, se irá formando un sistema de creencias sano y de seguridad en sí mismo.
  2. Si el entorno permite al niño que apoye toda su existencia en él de manera crónica, se irá creando una existencia dependiente en donde esperará que el mundo le ayude siempre y donde creerá poco en sí mismo.
  3. Si el entorno imposibilita el soporte desde el principio, apoyando toda la existencia del niño en sí mismo prematuramente, irá formando creencias de que el mundo siempre le va a perjudicar, es decir, estará a la defensiva.
  4. Si el entorno imposibilita tanto el soporte exterior como el que apoye la existencia en sí mismo, se creará un sistema de creencias en donde no se fundamentará ni en él mismo ni en el mundo.
  Apego en la adolescencia

Lo que nos encontraremos en la edad adulta será respectivamente:

  1. Persona que cree en sí misma.
  2. Persona que cree que el mundo es muy bueno y le va ayudar en todo.
  3. Persona que cree que el mundo es peligroso, y por tanto, lo que hará es lo que esté en su mano para que no le hagan daño.
  4. Persona que está totalmente perdida ya que no cree ni en sí mismo ni en el mundo.

Todo lo explicado se da porque el niño extrapola lo recibido de la familia hacía el mundo exterior lo cual podrá conllevar diversos problemas si la educación recibida y la posterior formación de creencias son irreales y desadaptativas.

  • Creencias reales y sanas serían: constructividad, libertad, verdad, respeto, autonomía, amor, etc.
  • Creencias irreales e insanas serían: destructividad, obligación, posesión, control, dependencia, utilización, violencia, apariencias y mentiras, etc.

Clasificación de las educaciones

Dicho todo esto, las educaciones existentes que harán que se dé este sistema de creencias sano o insano son las siguientes:

1. Protección y fomento de la autonomía:

Esta sería la educación ideal donde la premisa sería proteger la existencia del niño pero según vaya creciendo ir quitando capas de protección e ir dejando experimentar libremente a la persona.

2. Posesión:

Educación insana donde la premisa es “yo te protejo a ti para que luego satisfagas mis necesidades”, es decir, es un amor condicionado.

3. Sobreprotección:

Educación deficiente ya que suple las capacidades del niño y “hacen por ellos” siempre. No se le deja experimentar libremente bajo la excusa de que no corra peligro, lo que hace que tenga una inmadurez y un desarrollo precario.

  Perfeccionismo: causas y tratamiento

4. Sobreexigencia:

Educación donde se le exigen al niño cualidades que están por encima de sus posibilidades en relación a su etapa formativa. Se suele exigir de forma directiva y no afectiva de manera que el progenitor siempre tiene la verdad absoluta.

5. Rechazo:

Educación donde se traslada al niño que es una carga o molestia y se elimina cualquier apoyo educativo y se utilizará el castigo hacía cualquier expresión del propio ser de niño.

Conclusión

En resumen, para que el niño en su etapa adulta goce de una autoestima alta y no padezca diversas patologías o problemas psicológicos o emocionales, no se deben dar ni la posesividad, ni la sobreprotección, ni la sobreexigencia, ni el rechazo.

Javier Arza Magra

Psicólogo experto en Terapia Cognitivo-Conductual

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